Una semana después de la celebración del Día Internacional contra la LGTBIfobia, salen a la luz nuevos casos que evidencian que, pese a los avances registrados, el rechazo al colectivo permanece latente. Joan López, un joven transexual de La Vall d'Uixó (Castellón) de 30 años, fue despedido de una gasolinera ubicada en un municipio de la Plana Baixa después de que el gerente descubriese su identidad sexual. El joven en 2017 inició los trámites para ser reconocido como Joan, explica a este periódico que «solicité el trabajo en la gasolinera y, como es habitual, tuve que pasar por un periodo de prueba de unos 15 días ». Dicho periodo transcurrió con «total normalidad» e incluso entre el gerente de la gasolinera y Joan nació una buena sintonía, «había buen rollo», asegura el afectado.
Así las cosas, el propietario de la gasolinera decidió contratar a Joan como empleado para reponer combustible. Decisión que se tomó cuando el joven trans todavía no había mostrado la documentación en la que se reflejaba que aun no habían culminado los trámites para cambiar de nombre.
Joan subraya que, una vez entregó sus documentos al que sería su jefe -como el DNI o la tarjeta de la Seguridad Social- ya percibió que algo no iba a marchar bien. «Cuando leyó los diferentes papeles ya me gritó '¿Pero entonces tú cómo te llamas?'», relata Joan, haciendo hincapié en su «enfado al ver que en mi DNI pone todavía Jessica y no Joan» . «Yo le dije que hiciese caso de lo que ponía en los documentos para hacerme el contrato», informa Joan.
Con todo, fue contratado para el puesto de trabajo, aunque la relación con su superior ya se vio afectada. El joven debía acudir a la gasolinera sábados y domingos y según apostilla únicamente duró un par de fines de semana trabajando. «Duré muy poco, al tercer fin de semana ya no volví», subraya el entrevistado. En concreto, Joan recibió una llamada telefónica de su superior en la que le notificaba que «ya no hacía falta que volviese más a trabajar». «No recibí explicación alguna, no se me dio ningún motivo, pero todo me hace pensar a que el hecho de ser trans tiene mucho que ver», apunta Joan.
Las razones sopesadas por Joan no son infundadas, teniendo en cuenta que pasó el periodo de prueba con nota y que no se registraron inconvenientes ni variaciones en la actitud del gerente hasta que la identidad sexual de Joan salió a la luz. Los hechos, que sucedieron hará alrededor de un mes, todavía figuran en la memoria de Joan, aunque el joven indica que no ha denunciado la situación. «No lo he denunciado porque no tengo pruebas de que sea por ser trans, pero creo casi seguro que fue por ese motivo».
Joan apunta que en más de una entrevista de trabajo , al tener conocimiento de su identidad sexual, ha recibido «largas» para no acceder al puesto de trabajo, como «la vacante ya está ocupada» o simplemente llamadas que no llegan, pero en este caso considera que «es muy evidente que el propietario no estaba cómodo con que yo sea trans».
Joan ha preferido que no se desvele el nombre de la gasolinera en cuestión ni de la localidad, «puesto que entonces enseguida se sabría donde ha sido». Asimismo, puntualiza que «no culpo a la empresa, es más la actitud del gerente de ese establecimiento en sí que de la propia gasolinera como empresa. No es la compañía la que ha hecho esto».
El joven defiende que su caso no es el único. «Alrededor de un 85 por ciento de las personas trans a nivel nacional están paradas , lo tenemos difícil para acceder a un puesto de trabajo y eso no debería ser así. Yo, por ejemplo, he trabajado realizando labores de carga en almacenes. ¿Qué importa que sea trans o no? Si sirves para desempeñar un trabajo, eso es lo que debería de tenerse en cuenta», reivindica Joan.
ENTREGAR EL UNIFORME, REQUISITO PARA COBRAR
Joan López, joven trans de La Vall d'Uixó de 30 años de edad, asegura que el conflicto con la gasolinera de la que fue despedido «sin explicaciones» días después de que el gerente tuviese conocimiento de su identidad sexual, no terminó con su marcha de la reconocida empresa.
Tal y como explicó a este periódico, su ex jefe aun le adeudaba alrededor de 300 euros y así reclamó Joan dicha cantidad por prestar sus servicios. Según apunta, el gerente de la gasolinera le espetó «o me devuelves el uniforme o no te pago». «Me habló muy mal, amenazándome con no pagarme, no tenía ningún sentido eso», subraya Joan, quien indica que el propietario insistió en más de una ocasión en que Joan devolviese la ropa.
Cuando finalmente Joan volvió a la localidad donde se ubica la compañía y entregó la ropa a su ex gerente, éste afirmó que «se había olvidado de traerme el dinero , me dijo que volviese otro día y me daría los 300 euros». «Yo le dije que como no me pagaba, que me volvía a llevar el traje y el me dijo que no, que el uniforme era suyo».
Al parecer, Joan conocía a la mujer del gerente de la gasolinera y la llamó por teléfono para explicarle la situación y pedirle a ella que le pagase lo que le debía su esposo. «Yo no puedo estar viniendo todos los días, aunque no trabajo tengo cosas que hacer», explicó Joan a la mujer por teléfono.
«Con ella todo funcionó súper bien, enseguida fue a un banco y me había preparado el dinero en lo que yo tardaba en llegar a su pueblo, no costaba nada hacerlo», asegura Joan, quien critica el mal trato recibido por parte del gerente de la gasolinera ubicada en la comarca castellonense de la Plana Baixa.
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