Patrick siempre tuvo muy claro quién era. Su madre al principio no, pero le prometió una cosa desde pequeño: "Serás lo que tú quieras ser". Cuando empezó a hablar, fue de las primeras cosas que dijo: "Soy Patrick". Lo es para sus amistades, para su familia y para el vecindario, en las notas del cole desde infantil y en las extraescolares. "Los problemas nunca fueron sociales, los han tenido siempre las altas instancias", relata al teléfono su madre, Natalia Aventín. La familia ha peleado durante cinco años de juzgado en juzgado hasta que el Tribunal Constitucional dictaminó el pasado 18 de julio sobre su caso que los menores trans "suficientemente maduros" pueden registrar el género sentido en el DNI.
La paradoja es que la sentencia contradice lo que ella misma sostiene. El fallo que da la razón a Patrick le identifica como "doña". Natalia Aventín ha abierto su última pelea judicial: "Es una ofensa. Lo mínimo que merece es un poco de respeto tras hacerle vivir 17 años con una identidad cuestionada por la Administración".
El uso del "doña" —que identifica al menor con el sexo femenino— contrasta con el propio contenido de la sentencia, donde los magistrados califican de "lastre" el tener que "vivir a la luz del Derecho conforme a una identidad distinta de la que le es propia". La resolución insiste en que una situación como la que vive este muchacho y tantos como él condiciona "de un modo muy notable" la capacidad para conformar la personalidad y la posibilidad de entablar relaciones con otras personas; y afecta "con una particular intensidad" a la intimidad de la persona.
La carrera judicial de Patrick y su familia empezó en 2014, cuando el registro de su pueblo, en Aragón, le negó el cambio de nombre. Fue esta primera negativa la que inició la lucha de Natalia Aventín, que preside la asociación de familias de menores transexuales Chrysallis. Ahora, el Constitucional le da la razón tras años de escuchar, por ejemplo, que su hijo "no se podía hacer trans antes de los 18", como le dijo una consejera de Educación. O que lo que tenía Patrick era una "anomalía", como le aseguró un médico.
Por eso entiende que ese "doña" del Constitucional, que no hace comentarios más allá de la sentencia, le devuelve de algún modo a la casilla de salida, después de esperar el fallo durante tres años. "No es algo para lo que se hayan juntado en un rato, han hecho dos deliberaciones previas", critica la madre del menor, especialmente molesta con la falta de sensibilidad de los magistrados.
Cuando le fue notificada la sentencia, llamó directamente al tribunal para pedir que eliminaran los datos personales de su hijo, las referencias al pueblo y, por supuesto, el insidioso "doña". "No queremos que salga el nombre que no lo ha representado nunca", pidió. En la segunda versión de la sentencia, publicada esta semana por el Constitucional, el nombre femenino ya no sale, pero el "doña" sigue.
Y todo pese a que la sentencia del pleno del Constitucional considera que la falta de equivalencia entre el género atribuido al nacer y el que un individuo percibe como suyo es una de esas circunstancias "particularmente relevantes que la persona tiene derecho a proteger del conocimiento ajeno". E insiste en que impedir a este colectivo el derecho a modificarlo supone privarlo de la libertad de "decidir acerca de su propia identidad". "Una restricción que condiciona una manifestación de primer orden de la persona y, consecuentemente, incide de un modo principal en su identidad como individuo", dice el fallo.
Meses de debate
La ponencia de la sentencia corrió a cargo del propio presidente del Constitucional, Juan José González Rivas. Este asunto llegó desde el Supremo en 2016, que planteó una cuestión de inconstitucionalidad, donde también se refería a Patrick como "doña". Entendía el tribunal que el artículo 1 de la ley de 2007 que regula el cambio de sexo en los registros —limitándolo exclusivamente a "mayores de edad"— podía suponer una violación de los derechos fundamentales de los menores transexuales que cuenten con la "suficiente madurez" y estén en una "situación estable de transexualidad". Con ese paso en el Supremo, otro más tras una larga batalla judicial, comenzaba una nueva espera.
La sentencia llegó tras meses de debate en el Constitucional, donde algunos magistrados cambiaron de posición y donde se fue retrasando la resolución hasta alcanzar un acuerdo mayoritario.
Natalia Aventín habla por teléfono desde la montaña, mientras el menor escala. Asegura que la familia "ya hizo la transición y Patrick nunca ha tenido que hacerla, porque siempre fue y se sintió Patrick". "Mi vida no va a cambiar por estos señores que no conozco; pero como ciudadana es terrible que tengas que recurrir a la justicia para que te reconozcan una cosa que al resto de la población se le reconoce nada más nacer. Que ponga 'doña' es una ofensa, otra cosa es que a mí no me suponga un drama". Patrick no quiere hablar para este reportaje. Él querría salir haciendo lo que le gusta: escalando o practicando snow , no hablando de algo que para él nunca fue noticia. "Si esos jueces hubieran venido a pasar un día con nosotros, les hubiéramos enseñado un montón de cosas", asegura su madre.