Ya antes de nacer, los padres y madres esperan con ilusión y ansiedad las ecografías donde se ven los genitales del feto. A partir de ahí se suele desatar, de forma automática, una cadena: se elige un nombre de niño o de niña, se les compra ropa –la tradicional dicotomía rosa-azul sigue vigente, sólo hay que echar un vistazo a los escaparates de artículos de bebé–, se decora su habitación con todo el cariño... y, la mayor parte de las veces, con todo el catálogo de estereotipos asignados al sexo : princesas y flores para ellas, dragones y cohetes espaciales para ellos. Porque vivimos en una sociedad binaria, donde el eje hombre-mujer lo marca casi todo. Dos posibilidades. Pero ¿qué pasa cuando una persona no es ni una cosa ni otra porque no se identifica con ninguno de los dos sexos propuestos tradicionalmente? A falta de un sitio para ellas en las clasificaciones de toda la vida, se definen como personas no binarias. Independientemente de los genitales con los que nazcan, ni son hombres, ni mujeres. Así lo reivindican.
Esto, en una sociedad donde nos gusta etiquetarlo todo –lo que no se clasifica según el orden establecido produce recelo y miedo–, tiene su miga y lleva a las personas no binarias a tener que dar muchas explicaciones. Y también a satisfacer la curiosidad morbosa. Porque, a estas alturas, ya todos –o casi todos– sabemos qué es una persona gai, lesbiana, transexual... Pero, ¿una no binaria? Eso ya es para 'avanzados', ya que todavía son los grandes desconocidos del colectivo LGTBI (Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales e Intersexuales) , unas siglas que cada vez se alargan más por la sencilla razón de que cada vez se identifican más realidades distintas que contemplar y respetar.
¿Qué aspecto tienen? El mismo que el suyo o el mío, si acaso algo más neutro en algunos casos. ¿Con quién se acuestan, se sienten atraídos por los hombres, por las mujeres, por otras personas no binarias, por nadie? Pues hay de todo. Más dudas frecuentes... ¿Cuándo se dan cuenta de su naturaleza no binaria, en la niñez? Ay, ¡cuántas preguntas!
Marcos Ventura es una procuradora de juzgados de Las Palmas. Sí, con 'a', porque estas personas han de elegir cómo quieren ser tratadas linguísticamente. En femenino, en masculino o con la terminación 'e', indeterminada. Marcos conserva su nombre de nacimiento, su aspecto es masculino y explica que, en su caso, no fue hasta los 20 años cuando descubrió «lo que soy». «Me preguntaba '¿por qué me identifico como hombre?' Pues era porque la sociedad, en función de mi genitalidad, me decía que era un hombre. Y que, en cualquier caso, sólo podía ser hombre o mujer... ¡Pero yo sabía que no era una mujer! –recuerda–. Así que mi identidad era autoimpuesta
. Hasta que conocí a una persona no binaria y descubrí que existe esa forma de identificarse con la que me siento más a gusto y cómoda.Fue un alivio».
«Esto no soy y esto, tampoco»
Blanca E. –prefiere no dar más datos– tiene 30 años y también es una persona no binaria.Vive en Bilbao y, tras estudiar Bellas Artes, prepara un doctorado. Ella no sabía qué era hasta que conoció «a una persona no binaria que salió del armario». Así que empezó a leer, a indagar y a pensar «esto no soy y esto tampoco». Y elle (sí, con 'e') decidió salir también. «En casa lo llevaron bien. A la primera persona que se lo dije fue a mi hermana y tuve la fortuna de que no me cuestionó. Lo que hizo fue preguntarme '¿cómo quieres que te llame?' », recuerda Blanca, que siguió usando su nombre de toda la vida y empezó a 'elegir' a quién le explicaba y a quién no su recién descubierta realidad: «Sólo se lo digo a quienes conozco bien, paso directamente de ir por el hipermercado contándole mi vida a las señoras». Lo que teme es que ahora tal vez viva en una 'burbuja' de gente que la entiende y que el día de mañana, cuando se incorpore al mundo laboral, tendrá que lidiar con personas que quizá no lo hagan. «Claro, hasta ahora he podido elegir a mis compañías, pero en el curro eso no va a pasar. Imagino que sólo lo contaré si logro mucha confianza con alguien», desliza con algo de inquietud.
Porque nada en Blanca hace 'sospechar' que es una persona no binaria (salvo ese uso del 'e'). «No me molesta mi cuerpo, sólo que no me quito el vello», asegura, y su aspecto no es llamativo en ningún sentido. «Quizá tengo tendencia a usar prendas de tipo más masculino, con cortes más anchos y que no acentúen la cintura, pero a veces sí que me gusta destacarla , porque me parece divertido», cuenta. Y, sí, a veces se pone atuendos muy femeninos, «aunque siento como si fuese carnaval», admite.
¿Esto son bandazos? No, es «explorar», algo que ella también lleva al terreno sexual, ya que asegura que «aún no tiene claro qué personas me gustan». No hay prisa: «Hay gente que tarda una vida entera en averiguarlo, ¿no? ».
PEQUEÑO DICCIONARIO DE LA DIVERSIDAD
Binarismo: Construcción social que categoriza las actividades, los comportamientos, las emociones y la anatomía de las personas en dos sexos: hombre y mujer. Las personas no binarias son las que rechazan esa disyuntiva y no se identifican ni como hombres ni como mujeres.Guía para no meter la pata
Es muy fácil meter la pata cuando se trata a personas no binarias. La sociedad y el lenguaje están estructurados en torno a dos parámetros, femenino y masculino, y hay mucho que cambiar para que quienes no se identifican con ninguno de estos sexos se sientan a gusto. Algunas cosas sí se han conseguido, pero faltan otras muchas. Así lo cuenta Pau Joan de Sardi Godoy, que se presenta como «entrenadore personal e instructore de Pilates» de Las Palmas y explica así los problemas y situaciones espinosas a las que se enfrentan él mismo y las personas que comparten su identidad en su vida cotidiana: «Necesitamos tener la opción de poder ser visibles», clama.
1. Los pronombres: «Nadie te pregunta '¿con qué pronombre te gustaría o quieres que me dirija a ti?' Dan por hecho que tu expresión de género, es decir, lo que tenemos asociado como hombre o mujer, marca el pronombre», trata de explicar. Muchas personas no binarias usan el 'e'. Por ejemplo, en lugar de él o ella, dicen 'elle', o en vez de amigo o amiga, 'amigue'. Otros, sin embargo, optan por el masculino o el femenino. Por eso, lo mejor es preguntar. Las personas no binarias, en general, aprecian la buena intención del interlocutor y, aunque saben que va a haber muchas equivocaciones, no suelen llevarlo mal si ven que hay detrás un esfuerzo.
2. Es un 'capricho': Una de las cosas que más molesta a las personas no binarias es que la gente piense que su identidad es un 'capricho'. Vamos, que no se las tome en serio. «A veces me han dicho que eso no puede ser posible. Duele que te falten al respeto», indica. Como matiza, estas reacciones suelen provenir de personas «que tienen miedo a lo diverso».
3. Baños y vestuarios: «Estos espacios están segmentados para hombre o mujeres, además de acuerdo con la norma de que los hombres tienen pene y las mujeres vagina. Sería fácil crear aseos mixtos con cabinas individuales, sin la necesidad de elegir».
4. El DNI: Aparece la letra de Masculino o Femenino. «Todavía no he necesitado esa letra para nada, únicamente cuando compro un vuelo para que se me trate como señora o señor, estableciéndose de nuevo un género a mi identidad. ¡Pudiéndome tratar por mi nombre...!», se queja Pau. Según destaca, al menos en las aplicaciones y portales para ligar ya se contempla una tercera casilla. No es mucho, pero algo es algo. Y algunos organismos oficiales, como la Universidad del País Vasco, también ofrecen esta opción. Los cuestionarios, en general, preguntan por el género dando como opción hombre o mujer, según recrimina Pau.
5. Títulos académicos: «En los títulos aparece el encabezado de doña/don y continúa tu nombre .Alguna universidad permite quitarlo, pero de manera sistemática se hace sin preguntarte. Y en la descripción aparece 'Graduado o graduada en..' y no contemplan ni te dan la opción de ponerlo en neutro como 'Grado en...'
6. Al conocer gente nueva: «Te dan la mano los hombres que te 'leen' como hombre, pero las mujeres sí te suelen dar un beso. Para un trato igualitario deberíamos saludar igual, indistintamente de la lectura que hagas en la persona», resume Pau, ya con cierta costumbre de percibir los titubeos de la gente.
7. Hasta en el baile: En los bailes, como salsa o bachata, se da por hecho que los hombres guían el baile y las mujeres les siguen. «Así perpetuamos estándares de roles binarios», dice. Muchas veces se dice «yo hago de hombre» o viceversa. Y se puede trabajar con palabras neutras que se utilizan ya como «hacer de líder o hacer de 'follower'».