Mar Cambrollé embauca al más pintado con su voz apasionada. Presidenta de ATA, la Asociación de Trans Andaluces-Sylvia Rivera, líder de la Federación de la Plataforma Trans nacional y portavoz en Europa de RESPETTTRANS, la activista por los Derechos Humanos y la dignidad de las mujeres trans, se prepara para la esperada aprobación de la ley estatal para las personas trans del país.
El calor de noviembre todavía apremia y por las calles de la alameda se cuela un sol discretito. En la calle Orfilia, se abre de par en par la puerta del bloque número ocho, un portal amplio con azulejos de colores que alberga despachos y oficinas. Las escaleras de un tercer piso llevan a la sede de la Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera. Un joven de la asociación abre la puerta y pide rellenar un cuestionario de atención al usuario: cómo nos conocisteis, cuál es el motivo de la visita … En mayúsculas queda bien claro siempre: “MAR CAMBROLLÉ CONCEDE HOY UNA ENTREVISTA”. El joven hace un ademán, señala una silla frente al escritorio de Mar. Cinco minutos más de cortesía esperando grabadora en mano y comienza. “Me voy a pintar los labios si vas a hacer fotos”. Impresiona contemplar por primera vez en carne y hueso a una referente de la lucha LGTB. Tantos años luchando por los derechos de las personas trans le han concedido la categoría de histórica. Tanta historia condensada en una mujer rubia, alta, imponente y segura de sí misma. “Una mujer de verdad” tal y como se titula su biografía. Esta activista tuvo una infancia difícil y una juventud llena de combatividad. En un despacho repleto de diplomas, dibujos, fotografías y banderas, Mar comienza a relatar su historia con un encanto sin parangón y una voz profunda.
Señala la imagen que preside la entrada de la sala. “El 25 de junio del 78. Esa fue la primera manifestación por la libertad sexual que se celebró en Andalucía. Que la convoqué yo. Y yo soy este canijillo que hay conforme se mira a la izquierda”. Después de donar su colección de fotos personal sobre la primera asociación LGTB andaluza -la segunda del estado-, guardó aquella como recuerdo. Considera que preservarlas en un archivo histórico es fundamental para conservar la memoria de la lucha de todo un colectivo. “Lo hice para que estudiantes, investigadores y periodistas tuvieran acceso”. Los recuerdos de la primera marcha del orgullo celebrada en Andalucía ponen sobre la mesa las vivencias Mar y los inicios de su experiencia política. De alguna forma, la lucha le ha dado las herramientas para conformar su fuerte personalidad.
“No era un sitio donde se nos enseñaba rezar a un madero para que nos arreglase las cosas; se nos enseñaba a organizarnos para luchar por las cosas”
Fundar una asociación mientras “vivía el dictador” no fue fácil; hacerlo con 18 años tampoco. Pero su activismo comenzó mucho antes porque las circunstancias le obligaron a ello. “Mira, vamos a empezar… Soy una mujer, trans, sevillana, del 57, de una familia muy humilde y mi juventud discurre en el barrio de Las Letanías. En ese barrio… pues, no sé, será algo también de naturaleza el ser una persona inquieta, una persona un poco rebelde… Ya me preguntaba muchas cosas. Yo siempre digo que la vida me golpea con dos situaciones que yo no elijo: una ser pobre, la otra ser trans. Y son dos situaciones que me obligan a repensarme y a tomar una actitud ante esas circunstancias que yo no elijo, pero que me golpean”. La primera la resuelve preguntándose por la situación tan precaria de su barrio. Sin pasos de peatones, sin semáforos, sin alumbrado público, sin guarderías, sin asociación de vecinos… “Eran cuestiones de marginalidad y de falta de servicios sociales”. En el año 1974 con todas las organizaciones políticas actuando de manera clandestina o simplemente prohibidas, las únicas asociaciones activas eran aquellas que controlaba falange: asociaciones de familia, el sindicato único o las agrupaciones juveniles del movimiento. “Sí que había una parroquia en el barrio de curas obreros. Cuando el franquismo golpea y se carga a toda la disidencia política, al Partido Comunista, al Partido Socialista, a las centrales sindicales y todos terminan disueltos sin poder realizar actividad social ni política, pues… queda un resquicio”. El único resquicio que le quedaba a la gente del barrio fueron aquellos curas obreros, parte de una corriente de la Teología de la Liberación. “Daban cabida dentro de su espacio a que los vecinos pudieran organizarse, reivindicar y denunciar situaciones de discriminación. A mí me toca convivir con una serie de chavales que se llamaban la Juventud Obrera Cristiana”. Mar asegura que allí cooperaba gente muy crítica. Incluso indica que los mayores líderes de la política andaluza salieron de ahí porque “no era un sitio donde se nos enseñaba rezar a un madero para que nos arreglase las cosas; se nos enseñaba a organizarnos para luchar por las cosas. Esa parte me gustó, porque yo tampoco me acercaba a una iglesia ñoña que me enseñaba a poner flores a las vírgenes o a coser encaje”. Con una sonrisa y con alegría recuerda que se consideraban revolucionarios y contestatarios; eso fue lo que le motivó. En ese espacio, a una joven Mar, que ya tenía consciencia de su diferencia , se le ocurre convocar una asamblea general del barrio de Las Letanías. “Esa asamblea fue constituyente para la creación de una asociación de vecinos que aún continúa, que se llama Asociación de Vecinos Libertad. La gente no sabe siquiera que esa asociación existe porque yo convoqué esa asamblea”.
Se deja así entrever la consciencia de sí misma, propia de una líder, que es plenamente capaz de reconocer sus méritos y valorar sus esfuerzos. El carisma que la caracteriza también se vislumbraba en los años 70 y lo deja bien claro cuando nos cuenta que se apropiaron de un local de Falange para ofrecer una sede a la asociación. “Dije: esto se lo vamos a robar a esta gente”, recuerda entre risas. “Una vez que nos quedamos con el local, en las paredes pintábamos a Miguel Hernández, al Che Guevara… Claro, los días que tenían que venir los directores de aquello poníamos unos trapos por las redes para que no vieran que aquello era como la sede del Buró del Partido Comunista. Esa fue mi juventud”. La mirada combativa de Mar sigue vibrando como si viera a través de los ojos de su yo adolescente. “Aclarado esto, yo me encontraba en una situación de limbo, comportándome como una niña, jugar a juegos de niña, pintarme los labios como he hecho ahora… Yo le estaba gritando al mundo con mi conducta que era una niña, y sin embargo el mundo y el entorno me respondía: tú eres un maricón”. Lo que no se nombra no existe, y por aquella época el término trans no existía. Todo se catalogaba bajo el nombre de maricón. Asegura que si de manera continua hostigas a un niño pequeño con que es maricón y no permites que exprese su identidad, al final encarna y asume lo que se le dice. Mar señala gravemente la desinformación y la ausencia de referencias para las personas trans. “Dije, pues esto soy yo. Soy un maricón, pero seré un maricón revolucionario. No me gusta vivir bajo la opresión de nadie. Ni bajo la opresión de una pobreza impuesta por un sistema capitalista injusto, ni bajo la opresión por ser disidente sexual en unas normas de comportamiento donde yo no cometía ningún delito solo por ser y amar de manera diferente”.
“Dije, pues esto soy yo. Soy un maricón, pero seré un maricón revolucionario. No me gusta vivir bajo la opresión de nadie”
El camino de la lucha es arduo y, en ocasiones, lento. Pero, según cuenta Mar, en cuestión de tres años había conseguido organizar al colectivo en la región, a la vez que ubicarse a sí misma en el mundo.
– Entonces, ¿cuándo fundáis la primera asociación LGTB en Andalucía?
– Fundé. En el año 1976.
– ¿Y lo fundas con 19 años?
– En los inicios tenía menos. El MHAR: el Movimiento de Acción Homosexual Revolucionario.
Relata entonces los inicios de la experiencia. Comienza por una llamada de teléfono a la redacción de la revista Arcadie. Conmovida por un artículo de Roger de Gaimon, el seudónimo con el que firmaba Armand de Fluvià por aquel entonces, llama para solicitar su contacto. Después de una primera negativa, la joven Mar no se rindió. “Dije: soy un maricón de Andalucía. Le dejo mi teléfono a Gaimon para que me llame”. Y al poco tiempo él llamó de vuelta. Mar pasó una semana en Barcelona en el año 1976 con Roger. Para ella fue un “máster exprés en lucha y organización”. Le dio un vuelco a su prisma. A la vuelta fundó el MHAR, la primera experiencia política de muchísimas personas del colectivo LGTB en la región. Y un año después participó en la creación de la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español (COFLHEE) en 1977, en Madrid. Y al año siguiente, en 1978, se coronó como anfitriona de la plataforma estatal y recibió en Sevilla a organizaciones de todas las regiones del estado para la primera marcha del orgullo celebrada en Andalucía. A partir de aquí la historia no deja de escalar y Mar se sabe casi protagonista y pieza fundamental de la organización LGTB en el estado. No es para menos. Prácticamente pionera del movimiento, aún se mantiene en primera línea de batalla. Ahora tiene entre manos la negociación para la aprobación de la Ley Trans Estatal que permitirá la autodeterminación de género a las personas sin necesidad de tratamientos de hormonación, análisis psicológicos y demás ataques a la intimidad y el derecho a decidir sobre sus cuerpos. “Resulta una situación casi análoga con el feminismo. Sujetos políticos a las que niegan el derecho sobre sí mismas. Al fin y al cabo, la lucha es transversal”, aclara. Mar Cambrollé se autodenomina feminista por creer en una alternativa con un orden social igualitario y defiende el uso de etiquetas porque “lo que no se nombra no existe”, vuelve a insistir. Critica ahora aquellas feministas que señalan a las mujeres trans como responsables de reforzar los roles de género. “Nosotras no hemos inventado los roles de género, cariño, los hemos aprendido. Una de las utopías es que todos seamos seres humanos. ¿ Maricón, no te das cuenta de que mientras exista la opresión sigues necesitando las etiquetas como herramienta política? ¡A mí no me discriminan solo por ser mujer, sino por ser una mujer trans! Cuando a mí mi padre me dio una paliza no fue por verme con un libro leyendo la teoría queer, sino porque me vio vestida de niña. Que se dejen de manipular porque me parece una frivolidad pura”.
Durante el último año no han faltado polémicas alrededor de la cuestión trans, empezando por el comunicado publicado por el Partido Socialista Obrero Español en contra de la autodeterminación de género. Nada más sacar el tema Mar cambia de registro.
– ¿Respondisteis al comunicado desde ATA?
– Claro que respondimos. Los que firmaron ese documento son gente indecente que se esconde bajo las siglas del feminismo para odiarnos. Son cuatro burguesas que han estudiado el feminismo en la universidad, no mujeres que han experimentado la opresión que sufren las mujeres trabajadoras. El feminismo ha llegado a unos valores que son identitarios del mismo feminismo. Cuando no tienes esa capacidad de sororidad tu voz se parece más a la de la ultra derecha. Fuimos las maltratadas por la dictadura y las olvidadas de la democracia.
Y sigue: “utilizaron argumentos jurídicos del franquismo. Vamos, parecía un viaje de la nave en el tiempo. Si no han sido la solución a nuestra situación es porque han sido parte del problema. Que se dejen de cuentos estos necios”. Todas las mujeres que participamos en movimientos sociales deberíamos marcar distancia con estas personas.
“No hay consecuencias punibles contrala transfobia. Fuimos las maltratadas por la dictadura y las olvidadas de la democracia”
Ahora el Ministerio de Igualdad le pone trabas para seguir con la tramitación de la Ley Trans Estatal y apela a la forma jurídica del documento. Mar recuerda que a esta ley le han dado forma muchas asociaciones y organizaciones del estado y ha sido revisada por tres expertos. “Que la señora Montero sepa que no le ha dado forma el zapatero de mi barrio”. Y hace alusión a la foto en las escaleras del congreso sonrientes de hace un año, en una fecha que pretendían resignifcar -el 23 de febrero- como el inicio de un proyecto común con el colectivo trans. “Y ahora que han llegado al gobierno, la ley está reposando en un cajón. Pero la ley va a salir sí o sí, te lo dice Mar Cambrollé. No va a ser fruto de la voluntad política. El motor de cambio siempre es el movimiento social. Vamos a darlo todo porque no tenemos nada que perder. No queremos más derechos, pero no queremos menos que la igualdad”.
Con cada frase, una sentencia. Y tras esta potente afirmación, le sigue una crítica al estado de invisibilización del colectivo trans dentro de las siglas LGTB. Mar recuerda cómo las leyes hechas desde el privilegio y no desde la experiencia no llegan a ningún lado. “Las instituciones que tutelan siguen legislando desde el privilegio”. Cambrollé pide que deje de tutelar, que se escuche al sujeto político. La primera ley que despatologizaba a las personas trans se aprueba en Andalucía en el 2013. “No fue gracias a un gobierno progresista, fue gracias a que les hice dos huelgas de hambre. Fue gracias a que reivindicó el sujeto político”. Hasta los años 90, la OMS no reconoce que no es una enfermedad. En las estanterías de las universidades siguen existiendo libros que sustentan teorías patologizantes sobre la cuestión trans. “Esto sería impensable si fueran libros homófobos. Existe una marginación incluso dentro del colectivo LGTB porque el patriarcado perpetúa sus privilegios hasta aquí. Patriarcado y machismo transversal que se cuelan en el colectivo LGTB. Ni las mujeres tienen un papel fundamental dentro, y las personas trans estamos castigadas en la alcoba para que no se nos vea”.
Mil memorias más llenan una conversación tan profunda que eriza la piel de quien escucha. Su figura no deja indiferente a nadie y sus vivencias tampoco. Mar no se despide en ningún momento porque la conversación deriva y salta de aquí a allá y se pierde entre décadas. Cercanía, fuerza e historia en todas las palabras. Quizás las últimas palabras son “vamos a hacernos una foto allí antes de que te tengas que ir…”.
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