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USAID cierra 3 clínicas de la India para personas trans tras suspensión de fondos por orden de Trump






(H)amor⁶ trans se aparece como un cruce de presentaciones, invitaciones a pasar, pausar, hablar. Un espacio para la escucha activa, sensible y social. A pesar de organizarse en trece historias, convergen en las ganas de saberse deseables, como no podría ser de otra manera. En los cuidados más básicos, en abrazar la disidencia corporal, en encontrar(se) en espacios de flexibilidad ante la norma (si es que esa norma es a gusto de alguien).
La familia; refugio para unos, para otros exilio. En palabras de Alanna Portero: «somos discordancias que deben mostrar un perfil bajo de su disidencia para mantener la paz familiar» (p. 20). Analogía de la estructura social. Grietas «en forma de llanto silencioso […] para que nadie se asuste» (p. 25). Otros/as/es tienen en su favor el beneficio de un amor sin condiciones: «Ella -mi madre- cargó con todo el peso de ir contra todos por mí (Jenifer Rubí, p. 206)». Resulta estremecedor, en todo caso, que una cuestión definitoria de tu propia identidad -no elegida- pueda quebrar los cimientos de ese vínculo.
No hace falta que te pregunten ni que te regañen; una mirada torcida, una reacción fea ante una manifestación de tu ser íntimo bastan para que seas consciente de que está en riesgo lo que más valioso es para ti en esa etapa de la vida, el amor de tus padres (Alicia Ramos, p. 185).
Los cuerpos; hazañas heroicas. Pol Galofre inicia hablando del embarazo de un hombre como expresión latente de la diversidad, como embestida discordante para con la medicina, que ha supuesto transiciones lineales para universalizar lo trans*. «La medicina no está libre de ideología (p. 41)». No faltaron las presiones y los gestos de desaprobación: «hasta me ha vuelto la regla -cuenta en endocrinología-. Eso la hace reaccionar, cambia la cara: tendremos que hacer algo al respecto (p. 38)».
La lista de espera para hacer una mastectomía por la pública ha ido oscilando entre los dos y los cinco años, pero para hacer una histerectomía son poco más de seis meses. Es una manera de esterilizar a las personas trans sin darle muchas vueltas (p. 41).
Así es que en el imaginario social, existen cuerpos, realidades que no han sido presentadas como deseables; no erotizadas. Si avanzamos en los mismos paradigmas, ¿se adaptarán los cuerpos a la inflexibilidad de las mentes? Un buen amigo escribió, con respecto de su binder: «Me obligaron a tenerte y te quise. Pero te habría odiado toda la vida».
Teo Pardo, un tío sin polla que habla de follar, resuelve con exactitud: «¡Como si la autoestima fuera una cuestión de esfuerzo individual (p. 156)!». Y concluye: «En cualquier caso -estas reflexiones- son un alegato por hacer política desde el deseo y por hacer deseo dese la política».
Ante la pregunta que algunos chicos me hacen en el aula: «¿pero tú cómo follas sin polla?». Yo respondo: «déjame que compadezca a tus amantes si no eres capaz de imaginar formas de dar y recibir placer que no pasen por tu polla (Teo Pardo, p. 161)».
¿Hay lugar para la esperanza? Ellos/as/es, han sabido construir amor del odio. Alanna Portero, Coco Guzmán, Elsa Ruiz, Lucas Platero; los mencionados/as/es aquí y durante el groso de (h)amor⁶ trans, refieren a la comunidad como herramienta de asilo. Tejer redes que soportan la caída, cultivar tribu. «Lucas y yo teníamos un círculo social, por muy pequeño que fuera, que estaba tan en la mierda como nosotros. Eso le mantuvo a flote durante varios años (Coco Weiner, p. 72)». «Habitar ese espacio […] en el que se permite precisamente la existencia de las vidas al margen de las normas (Lucas Platero, p. 235)».
Y culmino en sonrisa descubierta, de oreja a oreja, ante el mundo de posibilidades que este libro representa para aquellos que ahora mismo las precisan. «Tengo una vida plena. Amo a espuertas y soy exquisitamente amada (Alicia Ramos, p. 194)».