De acuerdo con el coordinador ejecutivo de la Asociación Organizando Trans Diversidades (OTD), Michelle Riquelme, quien en conversación con El Mostrador Braga explica las consecuencias de su uso, señala que “el reconocimiento del nombre es primordial porque es parte de lo que te individualiza, lo que es fundamental para la identidad y marca un antes y un después en la transición”.
Sumado a ello explica que para muchas personas trans, aunque no todas, someterse a un cambio de nombre puede ser un paso positivo en su transición. Puede ayudar a una persona trans y a las personas en sus vidas a comenzar a verlos como se sienten identificados. Proceso que va de la mano a aliviar la incomodidad que puede estar asociada con el nombre anterior.
Un estudio de los Estados Unidos cuantificó cual es el verdadero impacto que tiene el respeto por los nombres por los cuales se identifican los jóvenes trans, la investigación desarrollada por un equipo de la Universidad de Texas descubrió que ser llamados por su nombre elegido -en lugar de el nombre que les dieron al nacer- los hace 65% menos propensos a intentar suicidarse.
El texto fue publicado el año 2018 en el Journal of Adolescent Health, el cual hizo un seguimiento a 129 jóvenes trans con motivo del Día de la Visibilidad Trans que cae el 31 de marzo, además reveló que aquellos que podían usar sus nombres elegidos y eran llamados de esa manera por otras personas experimentaron un 71% menos de síntomas de depresión grave y un 34% menos de pensamientos suicidas en comparación con aquellos que eran llamados por sus nombres muertos.
El autor de la investigación, Stephen T. Russell, líder del departamento de Desarrollo Humano y Ciencias Familiares de la Universidad de Austin en Texas, quien ha estado investigando a la población LGBTIQ+ durante 20 años, asegura que se sorprendió con los resultados, “lo claro que era ese vínculo entre autoestima y el nombre escogido por las personas trans. Luchar con la salud mental es común para los jóvenes trans, que a menudo son juzgados, abusados y son víctimas de bullying”.
De acuerdo con Riquelme, el uso del deadnaming “afecta principalmente a esas personas trans que está recién comenzando el tránsito, porque es super difícil hacer valer tu identidad en una sociedad que no te entiende, que te ve como un bicho raro o que minimiza la importancia del reconocimiento de tu identidad”, porque finalmente el respeto de este nombre juega un rol clave en la salud mental de la persona trans.
Si bien en Chile existe una legislación que permite a las personas poder cambiar su nombre de forma legal y sexo para poder ser reconocidos con aquel con el que se sientan más identificados, aún existen diversas problemáticas en torno a las identidades trans en el ámbito profesional, ya que aún existen muchas luchas para terminar con el deadnaming sin tener que dar explicaciones o exponerse como persona trans.
Un ejemplo es el desafío de la comunidad de investigadores trans, quienes actualmente se encuentran en una encrucijada entre perder su registro de publicación y ser expuestos a tener que explicar su identidad sexual.
Esto se debe a que es común para un investigador hacer una lista o hablar sobre publicaciones pasadas para acceder a nuevos empleos o para mostrar su experiencia en sus propios currículum. Sin embargo esto ha sido una verdadera lucha para la comunidad de investigadores trans, quienes compartieron que se han visto obligados a tener conversaciones sobre su identidad sexual y explicar su desconexión con su nombre muerto. Ya que a falta de una política o sistema que respalde sus derechos como minorías, aún no se les permite corregir sus nombre muerto en investigaciones anteriores sin tener que exponerse a un proceso revictimizante, lo que los está excluyendo de su propia autoría intelectual.
“Me gustaría asociar mis artículos publicados bajo el “nombre muerto”, pero me gustaría que pasara con el mayor sigilo posible. Sería importante para mí tener estos artículos en mi registro, ya que retrasaron mi registro editorial a los 5 años. Sin embargo, la mayoría de las veces, evitando el riesgo de ser descubierto, no los uso en mi CV. Por temor a la divulgación pública, no me comuniqué con la revista”, asegura un testimonio anónimo de un microbiólogo estadounidense trans.
De acuerdo con el miembro de OTD, el deadnaming también supone un riesgo, ya que el conflicto de llamarle a alguien por su nombre muerto en un espacio público o en contextos laborales puede exponer a la persona a problemas para su seguridad “ya sea en términos de salud mental o de su seguridad física porque por ejemplo si a ti te llaman por tu nombre anterior en contexto social en el trabajo o grupo de conocidos donde no saben que eres trans y te sacan del closet puede que esas personas sean de una tendencia política extremista o fundamentalista, cae el riesgo de que te despidan, te peguen, te agredan o te escupan, finalmente te pueden hacer cualquier cosa”.
Por ejemplo, “en mi experiencia laboral hubo trabajos en los cuales no podía decir que era trans, ya que estuve trabajando como guardia de seguridad y tenía un compañero que abiertamente decía que era neonazi e iba a bellavista a pegarle a los maricones. Entonces frente a ese tipo de gente, obviamente, no podía decir que era trans. Entonces está ese tipo de situaciones en contextos ultraviolentos contra las disidencias sexuales y de género donde tener que ocultar tu identidad u orientación es una práctica que te pone a salvo”, agregó Michelle Riquelme de OTD.
Por lo que el uso del nombre muerto también puede suponer un peligro inminente para aquellos que viven su identidad de género de forma privada en diversos ámbitos, no solo el laboral.
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